Actualidad - el biomagnetismo y su conexión con la acupuntura
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30 de noviembre de 2022
El Biomagnetismo y su conexión con la acupuntura
Para ponernos en contexto es importante establecer los puntos de conexión del conocimiento y el tiempo. Es bien sabido que la acupuntura es una técnica milenaria surgida en Oriente y que con el paso del tiempo se expandió al resto del mundo.
Evolución de la técnica milenaria para la nueva era
A modo de curiosidad, en su origen no se empleaban las «agujas» que actualmente conocemos. Manuscritos, gráficos y otras fuentes de información ancestrales recopilados por distintas instituciones, principalmente académicas, antropológicas e históricas, entre otras, nos muestran que se empleaban huesos de animales previamente afilados como «agujas».
No fue hasta mediados del siglo XVIII, coincidiendo con la apertura de rutas comerciales transcontinentales (fundamentalmente transporte marítimo), cuando la acupuntura empezó a instaurarse en Occidente. Fue entonces cuando los escépticos dudaban del concepto «flujo de la energía» y de los beneficios para la salud que a través de la acupuntura se conseguían. Al cabo de los años (actualmente ya está científicamente comprobado y argumentado), se aceptaron y admitieron dichos beneficios para la salud y el equilibrio energético del cuerpo.
Par biomagnético, energía y acupuntura
Para contextualizar, desde un punto de vista bioquímico, el cuerpo es un conjunto de compuestos y elementos (los cuales conforman las diversas estructuras del cuerpo humano como tejidos, huesos, músculos, órganos, etc..) y con un elemento básico para la vida en el ser humano como es el oxígeno. Dicho elemento circula, se transporta, se canaliza a través de la sangre (venas, arterias, vasos sanguíneos, capilares…).
Desde un punto de vista bioenergético, el cuerpo humano es, por definición, una estructura que genera campos biomagnéticos ya que somos energía, es física pura. Ambos planteamientos son válidos (bioquímico/bioenergético), complementarios y convergen en el concepto de la biofísica. Es por lo tanto indiscutible que el cuerpo humano es energía, una energía que fluye, se estanca, que a veces sobra, y a veces falta.
La técnica de la acupuntura es precisamente ajustar y equilibrar esta energía a través de los meridianos mediante la estimulación de los mismos y consecuentemente reparar, equilibrar mediante el fluido universal que es la sangre o xue. La energía fluye por estos canales en los cuales hay una serie de puntos clave (puntos de acupuntura) los cuales son los que el acupuntor utiliza para reequilibrar carencias, estancamientos y/o disfunciones, entre otros, que son los causantes de la sintomatología y/o enfermedad. Es este último concepto, la enfermedad, la que la mayoría de las veces está «representada» por un desequilibrio de los patógenos endógenos que nuestro cuerpo alberga desde que nacemos. Este desequilibrio es ahora ajustado mediante el impacto de la carga magnética de los imanes a través de la aplicación del «par», pero, ¿de qué forma?
La «resonancia» del par biomagnético y su acción de reequilibrio
El acto bioeléctrico celular se produce en todas las células del cuerpo humano desde el momento de su concepción hasta la muerte biológica. Los patógenos (bacterias, hongos, parásitos y virus) forman parte de la biología humana desde el origen de la vida y de nuestra composición celular a través de generaciones ya que forman parte de nuestro código genético o ADN.
La aplicación de la carga magnética a través de la colocación de los imanes en los pares de resonancia, es actualmente uno de los métodos más eficaces e increíblemente eficiente y segura, además de ser una alternativa para las personas o usuarios/as acu-fóbicos, (miedo a todo tipo de agujas), ocurre de la siguiente manera; la actividad eléctrica del cuerpo se da principalmente en la membrana celular. Es sumamente importante que la membrana celular mantenga una «carga» o voltaje apropiados.
Una célula sana tiene un potencial, transmembrana, de aproximadamente 80 a 100 milivoltios. Dicho potencial se refiere a la diferencia en la carga eléctrica entre el interior y el exterior de la célula. Los canales en la membrana se abren o cierran según la polaridad y diferencias de carga de la membrana. Cuando los canales están cerrados, una membrana celular está en su «potencial de reposo» y cuando está abierta está en su «potencial de acción».
El potencial de acción para la apertura de los canales requiere actividad eléctrica. Durante este proceso, el potencial eléctrico de la membrana aumenta rápidamente, permitiendo que los canales se abran. A medida que los canales se abren, los iones fluyen hacia la célula, causando un aumento adicional en el potencial de la membrana, lo que hace que se abran aún más canales. Durante este proceso se produce una corriente eléctrica (y, por lo tanto, un campo magnético) a través de la membrana celular, continuando el ciclo.
En cambio, una célula «enferma» tiene un potencial, transmembrana, de 20 o 25 milivoltios. Esta diferencia, al caer el voltaje de la membrana por el principio de compensación que esta busca, aumenta del voltaje en su interior y consecuentemente llega el desequilibrio. Es en ese momento cuando los canales de la membrana no funcionan correctamente, provocando un efecto dominó en sus procesos (radicales libres y oxidación) desequilibrando el cuerpo y consecuentemente causando enfermedades. Desde un punto de vista energético, si una célula está lesionada o no está bien, esta actividad disminuye o se detiene. La energía requerida por los potenciales de acción es relativamente pequeña, pero puede ser insuperable para una célula enferma. La aplicación de un campo magnético (a través del par) externo al cuerpo, apoya esta función al proporcionar a la célula la energía que es incapaz de producir por ella misma, por los motivos que sea.
Una enfermedad no puede desarrollarse con un nivel de equilibrio de patógenos y consecuentemente de PH equilibrado, es decir con un nivel de energía equilibrado. Los patógenos aparecen cuando hay distorsiones fundamentales en el nivel de pH. Cuando un cuerpo es demasiado ácido, (su PH por debajo de 7,4) es propenso a infecciones víricas, fúngicas y procesos degenerativos. Cuando un cuerpo es demasiado alcalino, (su PH por encima de 7,4) está sujeto a inflamación, hinchazón, dolor e infecciones bacterianas y parasitarias.
Por lo tanto y como conclusión, podemos afirmar que la relación entre los principios de equilibrio de la energía que aporta la técnica de la acupuntura (bioenergía), versus los principios de equilibrio de patógenos y de la homeostasis del cuerpo a través de los imanes (biofísica) están directamente conectados.
Evolución de la técnica milenaria para la nueva era
A modo de curiosidad, en su origen no se empleaban las «agujas» que actualmente conocemos. Manuscritos, gráficos y otras fuentes de información ancestrales recopilados por distintas instituciones, principalmente académicas, antropológicas e históricas, entre otras, nos muestran que se empleaban huesos de animales previamente afilados como «agujas».
No fue hasta mediados del siglo XVIII, coincidiendo con la apertura de rutas comerciales transcontinentales (fundamentalmente transporte marítimo), cuando la acupuntura empezó a instaurarse en Occidente. Fue entonces cuando los escépticos dudaban del concepto «flujo de la energía» y de los beneficios para la salud que a través de la acupuntura se conseguían. Al cabo de los años (actualmente ya está científicamente comprobado y argumentado), se aceptaron y admitieron dichos beneficios para la salud y el equilibrio energético del cuerpo.
Par biomagnético, energía y acupuntura
Para contextualizar, desde un punto de vista bioquímico, el cuerpo es un conjunto de compuestos y elementos (los cuales conforman las diversas estructuras del cuerpo humano como tejidos, huesos, músculos, órganos, etc..) y con un elemento básico para la vida en el ser humano como es el oxígeno. Dicho elemento circula, se transporta, se canaliza a través de la sangre (venas, arterias, vasos sanguíneos, capilares…).
Desde un punto de vista bioenergético, el cuerpo humano es, por definición, una estructura que genera campos biomagnéticos ya que somos energía, es física pura. Ambos planteamientos son válidos (bioquímico/bioenergético), complementarios y convergen en el concepto de la biofísica. Es por lo tanto indiscutible que el cuerpo humano es energía, una energía que fluye, se estanca, que a veces sobra, y a veces falta.
La técnica de la acupuntura es precisamente ajustar y equilibrar esta energía a través de los meridianos mediante la estimulación de los mismos y consecuentemente reparar, equilibrar mediante el fluido universal que es la sangre o xue. La energía fluye por estos canales en los cuales hay una serie de puntos clave (puntos de acupuntura) los cuales son los que el acupuntor utiliza para reequilibrar carencias, estancamientos y/o disfunciones, entre otros, que son los causantes de la sintomatología y/o enfermedad. Es este último concepto, la enfermedad, la que la mayoría de las veces está «representada» por un desequilibrio de los patógenos endógenos que nuestro cuerpo alberga desde que nacemos. Este desequilibrio es ahora ajustado mediante el impacto de la carga magnética de los imanes a través de la aplicación del «par», pero, ¿de qué forma?
La «resonancia» del par biomagnético y su acción de reequilibrio
El acto bioeléctrico celular se produce en todas las células del cuerpo humano desde el momento de su concepción hasta la muerte biológica. Los patógenos (bacterias, hongos, parásitos y virus) forman parte de la biología humana desde el origen de la vida y de nuestra composición celular a través de generaciones ya que forman parte de nuestro código genético o ADN.
La aplicación de la carga magnética a través de la colocación de los imanes en los pares de resonancia, es actualmente uno de los métodos más eficaces e increíblemente eficiente y segura, además de ser una alternativa para las personas o usuarios/as acu-fóbicos, (miedo a todo tipo de agujas), ocurre de la siguiente manera; la actividad eléctrica del cuerpo se da principalmente en la membrana celular. Es sumamente importante que la membrana celular mantenga una «carga» o voltaje apropiados.
Una célula sana tiene un potencial, transmembrana, de aproximadamente 80 a 100 milivoltios. Dicho potencial se refiere a la diferencia en la carga eléctrica entre el interior y el exterior de la célula. Los canales en la membrana se abren o cierran según la polaridad y diferencias de carga de la membrana. Cuando los canales están cerrados, una membrana celular está en su «potencial de reposo» y cuando está abierta está en su «potencial de acción».
El potencial de acción para la apertura de los canales requiere actividad eléctrica. Durante este proceso, el potencial eléctrico de la membrana aumenta rápidamente, permitiendo que los canales se abran. A medida que los canales se abren, los iones fluyen hacia la célula, causando un aumento adicional en el potencial de la membrana, lo que hace que se abran aún más canales. Durante este proceso se produce una corriente eléctrica (y, por lo tanto, un campo magnético) a través de la membrana celular, continuando el ciclo.
En cambio, una célula «enferma» tiene un potencial, transmembrana, de 20 o 25 milivoltios. Esta diferencia, al caer el voltaje de la membrana por el principio de compensación que esta busca, aumenta del voltaje en su interior y consecuentemente llega el desequilibrio. Es en ese momento cuando los canales de la membrana no funcionan correctamente, provocando un efecto dominó en sus procesos (radicales libres y oxidación) desequilibrando el cuerpo y consecuentemente causando enfermedades. Desde un punto de vista energético, si una célula está lesionada o no está bien, esta actividad disminuye o se detiene. La energía requerida por los potenciales de acción es relativamente pequeña, pero puede ser insuperable para una célula enferma. La aplicación de un campo magnético (a través del par) externo al cuerpo, apoya esta función al proporcionar a la célula la energía que es incapaz de producir por ella misma, por los motivos que sea.
Una enfermedad no puede desarrollarse con un nivel de equilibrio de patógenos y consecuentemente de PH equilibrado, es decir con un nivel de energía equilibrado. Los patógenos aparecen cuando hay distorsiones fundamentales en el nivel de pH. Cuando un cuerpo es demasiado ácido, (su PH por debajo de 7,4) es propenso a infecciones víricas, fúngicas y procesos degenerativos. Cuando un cuerpo es demasiado alcalino, (su PH por encima de 7,4) está sujeto a inflamación, hinchazón, dolor e infecciones bacterianas y parasitarias.
Por lo tanto y como conclusión, podemos afirmar que la relación entre los principios de equilibrio de la energía que aporta la técnica de la acupuntura (bioenergía), versus los principios de equilibrio de patógenos y de la homeostasis del cuerpo a través de los imanes (biofísica) están directamente conectados.