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Mon, 10 Oct 2022 00:30:00 +0200
¿Realmente nos afecta orgánicamente lo que pensamos?

10 de octubre de 2022
Una de las cosas importantes es saber que nuestra mente y cuerpo no distinguen entre una amenaza real de una imaginaria. Es decir, la respuesta bioquímica generada ante una situación estresante real es la misma que se genera al pensarla, y aquí están los pensamientos negativos anticipatorios. Por ejemplo: si recibimos una llamada que nos comenta que algo grave ha pasado, nuestro cuerpo se pone en alerta generando una cascada hormonal, (la adrenalina y el cortisol).
Ahora bien, si lo que hacemos es tener pensamientos amenazantes, por ejemplo: esta noche salgo tarde de trabajar y me van a robar, o seguro que con tanto cambio de tiempo me voy a enfermar, esto también genera la misma cascada. Es decir, la activación cerebral por algo real es exactamente igual que por algo que pensamos. Tener estos estados de alerta a lo largo de mucho tiempo nos lleva a enfermar.
Científicamente está comprobado que más del 90% de las cosas que nos preocupan realmente no suceden, pero nuestra mente lo procesa como si sí (estados de alerta mantenidos). Lo que significa que tenemos constantemente niveles altísimos de cortisol. Estos niveles altos en nuestro organismo son los responsables de cambios tanto físicos como emocionales. A nivel físico perdemos pelo, la piel más arrugada, incluso cambia de color, problemas con las hormonas sexuales, desajustes en la menstruación y problemas de erección o eyaculación.
Esto es debido a que el cuerpo fisiológicamente empieza a darle prioridad de supervivencia a tejidos que lo necesiten y a descartar aquellos que no. Los estados de estrés mantenidos debilitan nuestro sistema inmune, lo que hace que se propicien cascadas bioquímicas inflamatorias, generando problemas en los órganos. A su vez, estos estados de inflamación latentes, silenciosos y destructivos, generados por estados de alerta continuos, desajustan notoriamente todo el buen funcionamiento orgánico y uno de los más importantes es el gastrointestinal y, por supuesto, el sistema nervioso.
Para ver cómo se va generando este malestar en estos sistemas, recordar que al sistema gastrointestinal lo llamamos el segundo cerebro. Aquí es importante hablar de la microbiota, sabéis, se ha convertido en imprescindible a trabajar en consulta con todos los pacientes.
Dentro de la luz del tubo digestivo hay una barrera que se ve expuesta a estos altos niveles de inflamación generando permeabilidades a compuestos que pasan a la sangre, sangrados en las paredes intestinales y pérdida de la continuidad de las mucosas, lo que nos lleva a desequilibrios en las comunidades bacterianas con un caos en toda la microbiota, (bacterias, hongos, virus y parásitos), siendo esto terreno propicio para las enfermedades.
Esto también afecta al propio funcionamiento del cerebro donde se desequilibran diferentes neurotransmisores necesarios para una buena gestión emocional. La serotonina, por ejemplo, necesita una buena microbiota para producirse, su falta genera bajones en el estado de ánimo, tristeza, depresiones, o cuadros ansiodrepresivos. Las personas se vuelven entonces más susceptibles e irascibles, con alteraciones en el sueño (alerta constante) y despertando muy cansados, tanto a nivel físico como psíquico.
Si somos conscientes, esto nos da las claves para resolver la mayoría de las patologías de la actualidad, dándonos mayor control de nuestro cuerpo y mente, y, por ende, de nuestras emociones.
Artículo patrocinado por COFENAT para la revista bioecoactual, escrito por el Dr. Freddy Acevedo Ruiz
Fuente imágenes: 1-rincondelapsicologia
www.cofenat.es
Ahora bien, si lo que hacemos es tener pensamientos amenazantes, por ejemplo: esta noche salgo tarde de trabajar y me van a robar, o seguro que con tanto cambio de tiempo me voy a enfermar, esto también genera la misma cascada. Es decir, la activación cerebral por algo real es exactamente igual que por algo que pensamos. Tener estos estados de alerta a lo largo de mucho tiempo nos lleva a enfermar.
Científicamente está comprobado que más del 90% de las cosas que nos preocupan realmente no suceden, pero nuestra mente lo procesa como si sí (estados de alerta mantenidos). Lo que significa que tenemos constantemente niveles altísimos de cortisol. Estos niveles altos en nuestro organismo son los responsables de cambios tanto físicos como emocionales. A nivel físico perdemos pelo, la piel más arrugada, incluso cambia de color, problemas con las hormonas sexuales, desajustes en la menstruación y problemas de erección o eyaculación.
Esto es debido a que el cuerpo fisiológicamente empieza a darle prioridad de supervivencia a tejidos que lo necesiten y a descartar aquellos que no. Los estados de estrés mantenidos debilitan nuestro sistema inmune, lo que hace que se propicien cascadas bioquímicas inflamatorias, generando problemas en los órganos. A su vez, estos estados de inflamación latentes, silenciosos y destructivos, generados por estados de alerta continuos, desajustan notoriamente todo el buen funcionamiento orgánico y uno de los más importantes es el gastrointestinal y, por supuesto, el sistema nervioso.
Para ver cómo se va generando este malestar en estos sistemas, recordar que al sistema gastrointestinal lo llamamos el segundo cerebro. Aquí es importante hablar de la microbiota, sabéis, se ha convertido en imprescindible a trabajar en consulta con todos los pacientes.
Dentro de la luz del tubo digestivo hay una barrera que se ve expuesta a estos altos niveles de inflamación generando permeabilidades a compuestos que pasan a la sangre, sangrados en las paredes intestinales y pérdida de la continuidad de las mucosas, lo que nos lleva a desequilibrios en las comunidades bacterianas con un caos en toda la microbiota, (bacterias, hongos, virus y parásitos), siendo esto terreno propicio para las enfermedades.
Esto también afecta al propio funcionamiento del cerebro donde se desequilibran diferentes neurotransmisores necesarios para una buena gestión emocional. La serotonina, por ejemplo, necesita una buena microbiota para producirse, su falta genera bajones en el estado de ánimo, tristeza, depresiones, o cuadros ansiodrepresivos. Las personas se vuelven entonces más susceptibles e irascibles, con alteraciones en el sueño (alerta constante) y despertando muy cansados, tanto a nivel físico como psíquico.
Si somos conscientes, esto nos da las claves para resolver la mayoría de las patologías de la actualidad, dándonos mayor control de nuestro cuerpo y mente, y, por ende, de nuestras emociones.
Artículo patrocinado por COFENAT para la revista bioecoactual, escrito por el Dr. Freddy Acevedo Ruiz
Fuente imágenes: 1-rincondelapsicologia
www.cofenat.es
pensamientos, hormonas, sistema nervioso, Salud, salud natural, Terapias Naturales, Usoterapiasnaturales, Medicina Natural, Medicina integrativa