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Mon, 06 Nov 2023 00:30:00 +0100
En la salud y funcionamiento del cuerpo humano, tenemos que ser conscientes de que el hígado desempeña un papel vital. Este se localiza en la parte superior derecha del abdomen, debajo del tórax, siendo uno de los órganos más grandes del cuerpo. Realiza distintas funciones esenciales, que abarcan el metabolismo de nutrientes, la desintoxicación, la producción de proteínas y el almacenamiento de glucógeno.
Una de las funciones más sobresalientes del hígado consiste en su implicación en el metabolismo de los nutrientes. Sirve como depósito de glucosa en forma de glucógeno, el cual se puede liberar cuando el organismo necesite. Además, regula los niveles de azúcar en la sangre, manteniéndolos dentro de un rango óptimo. También desempeña un rol fundamental en la síntesis y degradación de lípidos y proteínas, contribuyendo al equilibrio de los componentes esenciales.
La producción de proteínas esenciales, como la albúmina y varias proteínas de coagulación sanguinea, es otra responsabilidad clave del hígado. Estas proteínas son fundamentales para mantener un equilibrio adecuado de líquidos en el organismo y para prevenir hemorragias excesivas en caso de lesiones. Sin estas proteínas, el cuerpo estaría en riesgo de sufrir trastornos relacionados con la coagulación y otros problemas.
Otra función importante es la desintoxicación. Actúa como un filtro que elimina toxinas y sustancias nocivas. El hígado trabaja para paliar los efectos de ciertos productos químicos, medicamentos y otras sustancias.
Además de sus funciones metabólicas y de desintoxicación, el hígado es responsable del almacenamiento y liberación de nutrientes. Almacena glucosa en forma de glucógeno y la libera cuando es necesaria, como durante periodos de ayuno o actividades físicas intensas. Este proceso contribuye a mantener estables los niveles de azúcar en sangre y proporciona energía cuando es necesaria.
Veamos que factores pueden producir problemas en nuestro hígado:
Fármacos y sustancias tóxicas: Determinados medicamentos y agentes químicos pueden resultar nocivos para el hígado cuando se utilizan en exceso o de forma inapropiada. Estos incluyen el paracetamol, ciertos antibióticos y la exposición a sustancias químicas industriales.
Abuso de alcohol: La ingesta crónica y excesiva de alcohol es una de las principales causas de daño hepático. El alcohol induce inflamación y fibrosis del tejido hepático, lo que eventualmente puede derivar en cirrosis.
Hepatitis: La inflamación hepática, conocida como hepatitis, puede derivar de infecciones virales (como las hepatitis A, B, C, D y E), el abuso de alcohol, sustancias perjudiciales o enfermedades autoinmunitarias. Los virus hepatotrópicos son una causa frecuente y se transmiten a través de contacto con sangre infectada, relaciones sexuales desprotegidas o la ingestión de agua y alimentos contaminados.
Cirrosis: La fibrosis del hígado puede tener como causa la ingesta de alcohol o infecciones no atendidas adecuadamente, hepatitis crónica, trastornos autoinmunes, acumulación de grasas etc. La cirrosis es un problema serio ya que puede acabar provocando disfunción hepática y por lo tanto la necesidad de trasplante.
Hemocromatosis: Este es un problema hereditario que genera una sobrecarga de hierro en el hígado y otros órganos. El aumento de hierro causa daño hepático, y la causa subyacente es una mutación genética que favorece la absorción excesiva de hierro en el intestino.
Enfermedad del hígado graso no alcohólico: Esta enfermedad se caracteriza por la acumulación de grasa en el hígado en individuos no bebedores habituales. La obesidad, la diabetes tipo 2 y la resistencia a la insulina constituyen factores de riesgo corrientes para el EHGNA. La enfermedad puede progresar hacia inflamación hepática (esteatohepatitis) y, finalmente, cirrosis.
Enfermedades autoinmunes: En patologías como la hepatitis autoinmune o la cirrosis biliar, el sistema inmunitario ataca el hígado, lo que produce inflamación y lesiones hepáticas. Las causas que lo originan pueden provenir de factores genéticos y ambientales.
Cáncer de hígado: Una afección grave que típicamente surge en un hígado dañado, es primordialmente provocado por la cirrosis, la cual aumenta el riesgo de mutaciones celulares y la formación de tumores. La infección crónica con el virus de la hepatitis B o C también incrementa el riesgo de cáncer hepático.
Sobrepeso y diabetes: La obesidad y la diabetes tipo 2 aumentan el riesgo de padecer afecciones hepáticas. La resistencia a la insulina y la inflamación crónica están vinculadas a estas patologías hepáticas.
Enfermedad de Wilson: Esta es otra enfermedad hereditaria que induce una acumulación exagerada de cobre en el hígado, el cerebro y otros órganos. El exceso de cobre daña el hígado y puede llevar a la cirrosis. La enfermedad de Wilson se origina a partir de una mutación genética que trastoca la gestión del cobre por el organismo.
Como conclusión los trastornos hepáticos pueden ser provocados por muchos factores, desde infecciones virales y enfermedades hereditarias hasta el abuso de alcohol y el estilo de vida. Comprender las causas subyacentes es esencial para prevenir y tratar estos problemas de forma efectiva. La detección precoz y la adopción de un estilo de vida saludable constituyen pasos cruciales para mantener un hígado saludable y plenamente funcional.
Existen suplementos naturales para ayudar a los problemas hepáticos y apoyar su salud. Antes de tomar cualquier suplemento, especialmente si tienes problemas hepáticos o tomas otros medicamentos, consulta a un profesional. Los suplementos no deben sustituir una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable.
Ahora pasaremos a nombraros algunos de los más conocidos:
Cardo mariano: Es uno de los suplementos más favorecidos para la salud hepática. Incluye silimarina, que exhibe propiedades antioxidantes y antiinflamatorias capaces de auxiliar en la salvaguardia y regeneración de las células hepáticas.
Aceite de pescado: Los ácidos grasos omega-3 del aceite de pescado pueden ofrecer beneficios a la salud hepática al manifestar propiedades antiinflamatorias.
Curcuma longa: La curcuma ostenta la curcumina, un compuesto con características antiinflamatorias y antioxidantes capaces de contribuir a la disminución de la inflamación y la presión oxidativa en el hígado.
Vitamina E: Actúa como antioxidante, con potencial para salvaguardar al hígado de las agresiones ocasionadas por los radicales libres y fomentar la salud hepática.
N-acetil cisteína : Un aminoácido, posee la capacidad de incrementar los niveles de glutatión, un antioxidante crítico en el proceso de desintoxicación hepática.
Camellia sinensis: El té verde incorpora catequinas, compuestos con cualidades antioxidantes y antiinflamatorias que favorecen la salud hepática.
El regaliz: Puede presentar propiedades antiinflamatorias y antioxidantes en respaldo de la salud hepática, y se utiliza frecuentemente en conjunto con otros suplementos.
Ginseng: El ginseng puede potenciar la función hepática y resguardar al hígado del impacto del estrés oxidativo.
Probióticos: Los probióticos, que incluyen cepas como el lactobacilo y el bifidobacterium, respaldan el equilibrio saludable de la microbiota intestinal, lo cual repercute positivamente en la salud hepática.
www.cofenat.es
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Semana
Problemas hepáticos y suplementación natural
06 de noviembre de 2023
En la salud y funcionamiento del cuerpo humano, tenemos que ser conscientes de que el hígado desempeña un papel vital. Este se localiza en la parte superior derecha del abdomen, debajo del tórax, siendo uno de los órganos más grandes del cuerpo. Realiza distintas funciones esenciales, que abarcan el metabolismo de nutrientes, la desintoxicación, la producción de proteínas y el almacenamiento de glucógeno.
Una de las funciones más sobresalientes del hígado consiste en su implicación en el metabolismo de los nutrientes. Sirve como depósito de glucosa en forma de glucógeno, el cual se puede liberar cuando el organismo necesite. Además, regula los niveles de azúcar en la sangre, manteniéndolos dentro de un rango óptimo. También desempeña un rol fundamental en la síntesis y degradación de lípidos y proteínas, contribuyendo al equilibrio de los componentes esenciales.
La producción de proteínas esenciales, como la albúmina y varias proteínas de coagulación sanguinea, es otra responsabilidad clave del hígado. Estas proteínas son fundamentales para mantener un equilibrio adecuado de líquidos en el organismo y para prevenir hemorragias excesivas en caso de lesiones. Sin estas proteínas, el cuerpo estaría en riesgo de sufrir trastornos relacionados con la coagulación y otros problemas.
Otra función importante es la desintoxicación. Actúa como un filtro que elimina toxinas y sustancias nocivas. El hígado trabaja para paliar los efectos de ciertos productos químicos, medicamentos y otras sustancias.
Además de sus funciones metabólicas y de desintoxicación, el hígado es responsable del almacenamiento y liberación de nutrientes. Almacena glucosa en forma de glucógeno y la libera cuando es necesaria, como durante periodos de ayuno o actividades físicas intensas. Este proceso contribuye a mantener estables los niveles de azúcar en sangre y proporciona energía cuando es necesaria.
Veamos que factores pueden producir problemas en nuestro hígado:
Fármacos y sustancias tóxicas: Determinados medicamentos y agentes químicos pueden resultar nocivos para el hígado cuando se utilizan en exceso o de forma inapropiada. Estos incluyen el paracetamol, ciertos antibióticos y la exposición a sustancias químicas industriales.
Abuso de alcohol: La ingesta crónica y excesiva de alcohol es una de las principales causas de daño hepático. El alcohol induce inflamación y fibrosis del tejido hepático, lo que eventualmente puede derivar en cirrosis.
Hepatitis: La inflamación hepática, conocida como hepatitis, puede derivar de infecciones virales (como las hepatitis A, B, C, D y E), el abuso de alcohol, sustancias perjudiciales o enfermedades autoinmunitarias. Los virus hepatotrópicos son una causa frecuente y se transmiten a través de contacto con sangre infectada, relaciones sexuales desprotegidas o la ingestión de agua y alimentos contaminados.
Cirrosis: La fibrosis del hígado puede tener como causa la ingesta de alcohol o infecciones no atendidas adecuadamente, hepatitis crónica, trastornos autoinmunes, acumulación de grasas etc. La cirrosis es un problema serio ya que puede acabar provocando disfunción hepática y por lo tanto la necesidad de trasplante.
Hemocromatosis: Este es un problema hereditario que genera una sobrecarga de hierro en el hígado y otros órganos. El aumento de hierro causa daño hepático, y la causa subyacente es una mutación genética que favorece la absorción excesiva de hierro en el intestino.
Enfermedad del hígado graso no alcohólico: Esta enfermedad se caracteriza por la acumulación de grasa en el hígado en individuos no bebedores habituales. La obesidad, la diabetes tipo 2 y la resistencia a la insulina constituyen factores de riesgo corrientes para el EHGNA. La enfermedad puede progresar hacia inflamación hepática (esteatohepatitis) y, finalmente, cirrosis.
Enfermedades autoinmunes: En patologías como la hepatitis autoinmune o la cirrosis biliar, el sistema inmunitario ataca el hígado, lo que produce inflamación y lesiones hepáticas. Las causas que lo originan pueden provenir de factores genéticos y ambientales.
Cáncer de hígado: Una afección grave que típicamente surge en un hígado dañado, es primordialmente provocado por la cirrosis, la cual aumenta el riesgo de mutaciones celulares y la formación de tumores. La infección crónica con el virus de la hepatitis B o C también incrementa el riesgo de cáncer hepático.
Sobrepeso y diabetes: La obesidad y la diabetes tipo 2 aumentan el riesgo de padecer afecciones hepáticas. La resistencia a la insulina y la inflamación crónica están vinculadas a estas patologías hepáticas.
Enfermedad de Wilson: Esta es otra enfermedad hereditaria que induce una acumulación exagerada de cobre en el hígado, el cerebro y otros órganos. El exceso de cobre daña el hígado y puede llevar a la cirrosis. La enfermedad de Wilson se origina a partir de una mutación genética que trastoca la gestión del cobre por el organismo.
Como conclusión los trastornos hepáticos pueden ser provocados por muchos factores, desde infecciones virales y enfermedades hereditarias hasta el abuso de alcohol y el estilo de vida. Comprender las causas subyacentes es esencial para prevenir y tratar estos problemas de forma efectiva. La detección precoz y la adopción de un estilo de vida saludable constituyen pasos cruciales para mantener un hígado saludable y plenamente funcional.
Existen suplementos naturales para ayudar a los problemas hepáticos y apoyar su salud. Antes de tomar cualquier suplemento, especialmente si tienes problemas hepáticos o tomas otros medicamentos, consulta a un profesional. Los suplementos no deben sustituir una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable.
Ahora pasaremos a nombraros algunos de los más conocidos:
Cardo mariano: Es uno de los suplementos más favorecidos para la salud hepática. Incluye silimarina, que exhibe propiedades antioxidantes y antiinflamatorias capaces de auxiliar en la salvaguardia y regeneración de las células hepáticas.
Aceite de pescado: Los ácidos grasos omega-3 del aceite de pescado pueden ofrecer beneficios a la salud hepática al manifestar propiedades antiinflamatorias.
Curcuma longa: La curcuma ostenta la curcumina, un compuesto con características antiinflamatorias y antioxidantes capaces de contribuir a la disminución de la inflamación y la presión oxidativa en el hígado.
Vitamina E: Actúa como antioxidante, con potencial para salvaguardar al hígado de las agresiones ocasionadas por los radicales libres y fomentar la salud hepática.
N-acetil cisteína : Un aminoácido, posee la capacidad de incrementar los niveles de glutatión, un antioxidante crítico en el proceso de desintoxicación hepática.
Camellia sinensis: El té verde incorpora catequinas, compuestos con cualidades antioxidantes y antiinflamatorias que favorecen la salud hepática.
El regaliz: Puede presentar propiedades antiinflamatorias y antioxidantes en respaldo de la salud hepática, y se utiliza frecuentemente en conjunto con otros suplementos.
Ginseng: El ginseng puede potenciar la función hepática y resguardar al hígado del impacto del estrés oxidativo.
Probióticos: Los probióticos, que incluyen cepas como el lactobacilo y el bifidobacterium, respaldan el equilibrio saludable de la microbiota intestinal, lo cual repercute positivamente en la salud hepática.
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